En el cuarto trimestre de 2011, la economía mundial ha vuelto a combinar un crecimiento global de una cierta solidez, en especial por el empuje de las economías emergentes (pero con tendencia a la desaceleración), con un alto grado de tensión en los mercados financieros como consecuencia de la falta de resolución de la crisis de deuda pública en Europa.
Por regiones, en Europa se han intensificado las tensiones financieras, que incluso se han extendido a los países centrales. La respuesta a esta nueva oleada de tensión ha tenido una efectividad sólo parcial. Por una parte, el BCE ha revertido las subidas de tipos de interés iniciadas a comienzos de 2011 y, por otra, ha implementado nuevas medidas de apoyo a la liquidez a largo plazo para el sistema financiero. Sin embargo, no ha mostrado mayor compromiso con las intervenciones directas en los mercados de bonos públicos, más allá del programa actual, especialmente activo en el trimestre sobre la deuda de España e Italia. En materia de gobernanza, los acuerdos de la cumbre europea del 8 y 9 de diciembre han supuesto un paso en la dirección adecuada, en especial en lo referente al refuerzo de la vigilancia de los desequilibrios privados y públicos en la zona euro, si bien no ha habido aún avances sustanciales hacia la unión fiscal o los eurobonos. En este contexto, la actividad económica en Europa en el cuarto trimestre se ha contraído ligeramente como resultado de una demanda doméstica que retrocede por la incertidumbre y un entorno exterior de menos dinamismo. Por lo que respecta a la economía española, el crecimiento ha seguido débil y el proceso de consolidación fiscal y la fragilidad del mercado laboral no han sido compensados por la fortaleza del sector exterior, que se está comportando de forma muy dinámica.
En Estados Unidos las perspectivas han empeorado a lo largo del año, aunque se ha disipado parcialmente la probabilidad de una nueva entrada en recesión que durante el verano llegó a ser relevante. Los datos publicados muestran un tono algo más positivo, con una cierta aceleración del crecimiento sin que todavía haya alcanzado un nivel suficientemente sólido. Además, se han mantenido las preocupaciones sobre el estado de las finanzas públicas y sobre el necesario proceso de consolidación fiscal, todavía pendiente en sus detalles de las negociaciones entre los partidos.
Pese a la desaceleración de la actividad de las economías avanzadas, las economías emergentes continúan con un buen patrón de crecimiento hacia niveles más sostenibles, pero todavía robustos, en especial por la fortaleza de la demanda interna. En México la actividad económica sigue mostrando un crecimiento aún sólido, a pesar de cierta ralentización mostrada en la parte final de 2011. La inflación se mantiene en niveles de confort. En América del Sur el dinamismo sigue siendo evidente, aunque la desaceleración global está haciendo que su crecimiento sea algo más moderado. La actividad económica en China también ha caminado hacia un aterrizaje suave en el cuarto trimestre. La demanda interna se mantiene todavía relativamente robusta, pero el menor dinamismo global ha tenido un cierto impacto en las exportaciones del país. Como resultado de las medidas adoptadas para evitar el recalentamiento de la economía, la inflación se está moderando y cierra el año en el entorno del objetivo gubernamental. Ello ha permitido una pausa en el ciclo de subidas de tipos de interés y las primeras señales de una política monetaria más acomodaticia. Por último, Turquía se ha visto más expuesta a fases de contagio financiero desde Europa, con un menor ritmo de entrada de capitales, retrocesos en las bolsas y depreciación de la lira que han obligado a intervenciones del Banco Central. La actividad económica se ha resentido en la recta final de 2011, pero todavía se mantiene en niveles de cierto dinamismo.
En cuanto a la evolución de los tipos de cambio, hay que destacar la apreciación generalizada en el trimestre del tipo final de las divisas con mayor influencia en los estados financieros del Grupo. En cambios medios, sin embargo, se deprecian ligeramente los pesos mexicano, chileno y colombiano. En términos interanuales sobresale la depreciación del tipo final del peso mexicano y, en menor medida, la de los pesos chileno y argentino. En contraste, hay que subrayar la apreciación interanual del fixing del dólar (en cambios medios se deprecia), al igual que el del resto de monedas relevantes de Latinoamérica. En suma, el impacto tanto en balance como en actividad y en resultados en el trimestre de las divisas es positivo. Por el contrario, en la comparativa interanual el efecto es negativo.