Entorno macroeconómico
La economía global se ha desacelerado a lo largo de 2022, en un entorno marcado por las fuertes presiones inflacionarias, un agresivo endurecimiento de las condiciones monetarias, el impacto negativo de la guerra en Ucrania y el menor crecimiento en China.
Pese a la tendencia de moderación, el crecimiento económico ha mostrado cierta resiliencia y ha sido, en general, mayor al esperado por la mayoría de analistas gracias al ahorro previamente acumulado, el proceso de normalización de la actividad tras las restricciones y disrupciones generadas por la pandemia de COVID-19, así como el dinamismo de los mercados laborales, que han contribuido a una mejora del consumo privado y del sector de servicios.
La inflación se ha mantenido en niveles elevados en 2022. Sin embargo, tras sorprender al alza durante la mayor parte del año, se ha empezado a moderar en los últimos meses, en línea con la tendencia de ralentización de la demanda agregada, la reciente moderación de los precios de la energía y el proceso de normalización de las cadenas de suministro globales. En términos anuales, la inflación ha alcanzado el 6,5% en Estados Unidos y 9,2% en la Eurozona a cierre del año.
En este contexto de presiones inflacionarias todavía elevadas, los bancos centrales han continuado endureciendo las condiciones monetarias. La Reserva Federal de Estados Unidos (en adelante, Fed) ha aumentado los tipos de interés de referencia hasta el 4,5% en diciembre (un nivel 425 puntos básicos superior al del inicio de 2022) y ha mantenido el proceso de ventas de activos para reducir el tamaño de su balance. Asimismo, ha indicado que las subidas de tipos de interés continuarán en los próximos meses, aunque a un ritmo más lento. En la Eurozona, el BCE ha subido los tipos de interés para sus operaciones de refinanciación hasta el 2,5% en diciembre (un nivel 250 puntos básicos superior al del inicio de 2022), ha endurecido las condiciones de sus provisiones de liquidez a los bancos a través de las operaciones TLTROs (operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico) y ha indicado que pronto iniciará un programa de venta de sus activos. En un contexto de elevada incertidumbre, el escenario central de BBVA Research considera que la economía global se seguirá ralentizando en el futuro próximo, con eventuales episodios de recesión en la Eurozona y Estados Unidos. A esta ralentización del crecimiento contribuiría, principalmente, el significativo endurecimiento de las condiciones monetarias (los tipos de interés oficiales alcanzarían cerca de 5,0% en Estados Unidos y 3,75% en la Eurozona en los próximos meses, niveles claramente contractivos, que se mantendrían inalterados hasta, al menos, los meses finales del año 2023) y presiones inflacionarias todavía significativas, a pesar de las perspectivas de moderación.
Según BBVA Research, tras aumentar un 6,3% en 2021 y alrededor de 3,3% en 2022, el PIB global crecerá tan solo un 2,3% en 2023. En Estados Unidos el crecimiento se reduciría hasta el 1,9% en 2022 y el 0,5% en 2023, cuando el fuerte ajuste monetario generaría un ajuste del crecimiento a la baja. En la Eurozona, son probables ligeras caídas del PIB durante los próximos trimestres, fundamentalmente por las disrupciones creadas por la guerra en Ucrania, incluyendo los todavía elevados precios del gas. El crecimiento anual en la región sería de 3,2% en 2022 y -0,1% en 2023. En China, el crecimiento alcanzaría el 3,0% en 2022 y 5,0% en 2023, pero el aumento de las infecciones tras la reciente flexibilización de las políticas para contener el COVID-19 y las tensiones financieras provocadas por los desequilibrios en los mercados inmobiliarios podrían desencadenar un crecimiento económico menor al previsto.
La incertidumbre sigue elevada y los riesgos podrían sesgar el crecimiento a la baja. En particular, una mayor persistencia de la inflación podría desencadenar subidas aún más severas de los tipos de interés, y por lo tanto una recesión más profunda y generalizada, así como mayor volatilidad financiera.